Del texto dramático al viaje de egresados

Por Florencia Bendersky *

Antigua moneda de la Banca de Rusia en homenaje
a los cuentos populares de ese país (hoy alrededor de 3 rublos)

Vladimir Propp, allá por el año 1928, en su análisis del cuento popular ruso, busca explicar la forma universal que tienen los personajes al recorrer el camino que posibilite relatar una historia. Años antes, en 1895, Georges Polti había hecho un primer intento de definir el conjunto de acciones dramáticas para explicar el hecho teatral. Más tarde, en 1950, primero Étienne Souriau, luego A.J. Greimas y después  Anne Ubersfeld intensifican y despliegan otros puntos de vista sobre el mismo tema, cada uno/a produciendo un método de trabajo que los representaba en sus propias teorizaciones. ¿Dadores unos, actantes otros, auxiliares y adyuvantes serían capaces de comprender e interpretar el hecho dramático que encierra el viaje de egresados de los niños al terminar séptimo grado?

Para quienes no tengan hijos o no hayan cursado en la época donde este rito se inició, les informo que hay una impuesta moda a los pequeños prepúberes: a la edad de doce años, concluyendo su primaria, “deben” realizar un viaje que lejos de conducirlos a una reflexión sobre la etapa que termina, se convierte en una suerte de compulsa de un pretendido final de algo.

En el camino de héroe, para finalizar la historia, los protagonistas o el consabido héroe, tendrían que haberse encontrado con un mínimo de siete actantes, según el susodicho Propp.

Primero, con un adversario (malo, preferiblemente). Sé que el bullying quizá podría entrar en esta categoría, pero no lo imagino a Propp pensando en Facebook o en otras redes sociales en este caso.

Segundo, con un donante que le aporte un valor u objeto mágico. Si bien los spinners se han puesto de moda, descreo que sirvan para algo más que sacarse un ojo cuando se deprende el ruleman de contrapeso.

Tercero, debería aparecer un auxiliar que socorra al héroe. En este punto puedo pensar en la psicopedagoga, a quien se recurre cuando  los colegios fallan (más que los propios niños).

Cuarto, la princesa (aquí ya se nos empieza a quemar el rancho). Esta supuesta elegida va a exigirle una proeza al héroe para luego comprometerlo en matrimonio. Si, como en mi caso, se tiene un hijo varón, la cosa más o menos puede marchar (mi nene es muy lindo y no solo una, varias nenas me lo pretenden); pero con respecto al compromiso marital y teniendo en cuenta que aún no viaja solo en colectivo, y que hay que decirle unas doscientas veces que vaya a bañarse, no creo que a la larga la promesa sea demasiado confiable.

Quinto, el mandatario, que es quien le encarga la misión al héroe; en este caso no es ni más ni menos que un montón de empresas en las puertas de los colegios, donde preguntan con cara de corderos próximos al matadero a qué grado van nuestros hijos. En caso de contestar desprevenidamente “sexto grado”, el cordero se convierte en un lobo que ávidamente intenta extraer mail, teléfono y cualquier otra información que le permita concertar una reunión con todos los integrantes del grado para explicarles por qué ellos tienen mejores tirolesas que los otros.

Recién en sexto lugar, aparece el pequeño héroe, que ya a estas alturas, sobreexcitado por la información que comienza a recibir de compañeritos con mamás ansiosas de los futuros egresados del siguiente año, no sabe bien qué es esto del viaje de egresados, pero igual quiere ir.

En séptimo lugar, pero no por último el menos interesante, encontramos al falso héroe, que usurpa momentáneamente el rol del verdadero héroe, y que en este caso, sería una mamá que arma un grupo de chat. (Advertencia desinteresada: los grupos de chats de WhatsApp pueden ser altamente perjudiciales para la salud física y mental).

Comienza  a entonces a esparcirse un sinfín de informaciones de lo más variadas: lugares, empresas, precios, propagandas de emprendimientos, chistes, emoticones de deditos, manitos, besitos, bailarinas flamencas y soretitos cantores. Todo esto para intentar acordar una reunión con el objetivo de consultar empresas (un desfile de señores con el mismo discurso y distintos precios), coordinar si el sexto A y el sexto B (que serán el año próximo séptimo A y séptimo B) quieren viajar juntos; si van a ir acompañados de maestros o de padres; si Córdoba, San Rafael, Sierra de la Ventana, Entre Ríos o Japón. Es decir, decidir cuál será el destino de los futuros egresados. Inclusive, hay algunas  madres que prefieren que haya muchos boliches porque sus hijos son “fiesteros” (les juro que una dijo fiesteros) o que quieren saber si habrá camas simples o cuchetas, si el hotel es solo para el grupo o si es compartido (sospecho la segunda opción última gratificaría a los fiesteros).

Todo esto en primer plano, mientras se tejen subtramas con chats paralelos de pequeños grupos que buscan fogonear la aprobación en tal o cual decisión, como si se tratara del capítulo estelar de House of Cards.

Souriau hace un análisis de las funciones dramatúrgicas que forman el sostén del universo dramático, señalando una en particular que en este análisis de los preparativos del viaje de egresados podríamos sumar: la Balanza, o sea, quién realiza el arbitraje. En algunos casos son los colegios; en otros, la mayoría de progenitores participantes. Pero en los planes concretos, pesan las economías de las familias, presas de terror de embarcarse en un viaje, considerando el futuro incierto de los vaivenes de nuestra política monetaria.

Greimas, desde luego, no se quedaría afuera: en su caso, definiendo a adyuvante y oponente como proyecciones de la voluntad de actuar y de las resistencias imaginarias del propio sujeto...  En la ocasión, yo misma, que me resisto a la idea absurda de que terminar la primaria es un egreso de algo, cuando aún no se ha empezado nada que nos lleve a ningún fin, meta, norte...  La primaria, tengo para mí, sería apenas un pedacito de aprendizaje que con suerte iremos olvidando (o mejorando) para dar lugar a todo lo que está por venir, más ligado a elecciones personales, a cierta (morosa, probablemente) maduración.

Quizá sea Anne Ubersrsfeld quién mejor pueda definir este periplo  cuando dice que no hay un sujeto autónomo en un texto, sino un eje sujeto-objeto.

A menudo, los chicos desde edades tempranas parecen ser objeto de las imposiciones mercantilistas que sacan partido de engañosas tradiciones que aceleran sus tiempos. Y nosotros, algunos padres, algunas madres no nos ruborizamos al gritar a los cuatro vientos que queremos seguir acurrucándolos por un tiempo más en nuestros brazos, esperando entre el amor y el terror que se conviertan en Héroes. (Cuanto más demoren, mejor...)

De todas formas, la obra siempre llega a su fin, pero no mi Vía crucis: el mes próximo comienzo a pagar las cuotas por seis días precisamente en Tandil, micro de un solo piso y hotel para ellos solos.


Bibliografía:
Patrice Pavis, Diccionario del teatro. Dramaturgia, estética, semiología. Paidós Comunicaciones.
Vladimir Propp, El epos heroico ruso, vol 1 y 2. Vladimir Propp. Editorial Fundamentos.
Anne Ubersfeld, Semiótica Teatral. Cátedra Universidad de Murcia.


* Florencia Bendersky es régisseuse, directora teatral, dramaturga, madre. Su deporte favorito es viajar en taxi. Actualmente se representa en el Teatro La Comedia -Rodríguez Peña 1062-, la recomendable comedia negra Soy paciente, inspirada en la novela de Ana María Shúa y dirigida por Bendersky.  Jueves y viernes a las 20,30 hs.