Innovadora, resistente, utopista

Anti-Dog
A los 50, la artista catalana Alicia Framis, nómada vocacional, es muy apreciada internacionalmente por una obra que incluye performances, instalaciones, videos que hablan de su compromiso con problemáticas sociales y políticas, así como de su interés en la activa participación del público en muchas de sus muestras.


Por Juliana Güemes

Aunque incurra a menudo en el género perfo, tan transitado en los ’70, Alicia Framis se las ha arreglado no solo para ir evolucionando en lo formal sino también para mantenerse al compás de los acontecimientos que la conmueven, sobre los que quiere llamar la atención, ayudar a despertar conciencias o sencillamente expresar una postura compasiva y cercana (como sería el caso de la soledad en las ciudades, tema recurrente en su obra).

Siempre en busca de formulaciones originales, esta creadora que estudió en Barcelona, París y en Ámsterdam, que ha vivido además en Berlín y Shanghai es de los/as que creen en la incidencia del arte para contribuir a modificar mentalidades, para recordar episodios o situaciones repudiables a fin de que cesen o que no se repitan (Guantánamo, censura a libros, desaparición de personas, esclavitud infantil, violencia hacia las mujeres). Así, en la producción de esta artista que ha sido comparada con pares españolas (Dora García, Laura Almarcegui, Cristina Lucas), se conjugan culturas del norte y del sur de Europa, experiencias urbanas contemporáneas, roles y relaciones que se aplican entre los seres humanos. En la variedad de recursos que emplea –entre los que no está ausente la moda- Framis da cuenta del mundo globalizado en que vive sin desligarse de emociones, de la exploración de probables soluciones (desde la metáfora o la propia práctica), de la propuesta de modelos alternativos y humanizados en la arquitectura y el diseño en general. Siempre sin renunciar a su condición de resistente y utopista.

Dreamkeeper
Hacia fines de los ’90, una joven e innovadora AF se convirtió ella misma en su inclasificable obra Dream Keeper, yendo durante un año a casa de gente sola para cuidar sus sueños: “Me alquilaba, me quedaba toda la noche. Era la única guardiana, no había nadie que me reemplazara en esa actividad. Me gustó la idea de que una artista podía hacer algo al alcance de cualquier otra persona…”.

En la primera década del siglo XXI, Framis produjo obras que continuaron presentándose a lo largo de los años en distintos países, a veces modificadas, como la expo Anti_Dog, creada para llamar la atención sobre la persistente violencia doméstica, con una glamorosa colección de vestidos (participaron firmas como Chanel, Dior, Gaultier), hechos de materiales antimordeduras, antifuego, antibalas; en este caso, la interacción con el público se daba a través de la posibilidad de probarse las prendas. En 2008, para Not for Sale, hizo desfilar a niños de distintas nacionalidades por la pasarela, el torso desnudo y colgando del cuello la inscripción que da título a la muestra. Y ese mismo año presentó Guantánamo Museum, instalación que mantiene su vigencia y se sigue mostrando en diversos países: un grupo de 300 cascos de moto rigurosamente ordenados, con la parte superior cortada, representando a los presos de ese fatídico sitio; el fondo sonoro lo provee el músico, cantante y actor Blixa Bargeld pronunciando 300 nombres reales que fueron ordenados por el escritor Enrique Vilas-Mata. En el transcurrir del tiempo, Framis fue quitando algunos cascos a medida que tenían lugar contadas liberaciones.

Buzón para mandar cartas al cielo
Entre el humor virtual y el rastreo de una expresión catártica, preocupada por los horarios estrictos y otras exigencias que recaen sobre los oficinistas, Alicia dio forma en 2012 al Screaming Room, un diseño que evoca a una tienda indígena, en donde los empleados de un banco holandés podían entrar y dar rienda suelta a emociones reprimidas. “La obra de arte es su propio grito”, dice AF que ha presentado ese habitáculo, donde se suelta una energía que es aprovechada por una impresora 3D,  en otras ciudades con particular suceso. En Día libre para las modelos, puso en escena a varones desnudos desfilando con algún objeto entre manos. Y en Cartas al cielo creó una gran esfera metálica que refleja deformado el paisaje y la gente, y que es en realidad un buzón para que los que así lo deseen escriban y envíen cartas sin remitente a personas muertas, diciéndoles aquello que no pudieron verbalizar en vida. En cambio, en Departures (2010-2013) diseñó aeropuertos ideales anunciando viajes a ciudades imaginarias como Narnia, Metrópolis, Planet X, Camelot…, proponiendo la maqueta de una particular sala de embarque.

Guantanamo Museum
De regreso al mundo de la moda, asociada a la diseñadora Purificación García y con ánimo de idear un proyecto solidario y multidisciplinario, AF –que supo vivir en zonas muy pobres de la India, en aldeas sin electricidad- diseñó un bolso de iluminación. La faz técnica la cubrió David  Cuartielles, ingeniero y artista español, actualmente docente universitario en Suecia. Los bolsos fabricados en serie llevan leyendas en letras luminosas (Pensamos en Dallipur, por ejemplo) y tienen los colores de la tierra, de los mercados de especias de la India.

Más recientemente, Framis está ofreciendo su Habitación de libros prohibidos, suerte de cuarto biblioteca de madera con 200 libros forrados de negro (desde la Biblia a Voltaire, desde Giordano Bruno a de Beauvoir) con una leyenda que explica por qué motivo fueron censurados en distintas oportunidades. Al igual que en otras instalaciones, la gente participa, elige un volumen, lee. En el curso de 2017, la artista exhibe su Gernderless Proyect, pensado para la aceptación y compresión de género, yendo más allá de lo binario, desafiando la polaridad básica, impuesta desde la arquitectura, el mobiliario, la ropa.

La habitación de los libros prohibidos
Cinema Solo es un proyecto que arrancó en 1996 y que dio origen a un video, Le Péril de la Mort (ver aquí), que se ha convertido en un clásico y se sigue exhibiendo en diferentes espacios. Ese año, Alicia Framis fue invitada por el Centro de Arte contemporáneo de Grenoble a residir sola en un departamento ubicado en un edificio de alojamiento colectivo en la periferia. Frente a las dificultades de adaptación, al sentimiento de inseguridad frente a sus vecinos, inventó un sistema de códigos personales que la confortaran: un sistema antimiedo que también satisficiera sus deseos de compañía y que implicó el alquiler de un maniquí masculino, de los que se ven en las vidrieras, al que bautizó Pierre. “El sentimiento de felicidad más agradable es tocar la piel que recubre el cuerpo de alguien que se ama”, dice AF. “La metáfora de su cuerpo calmó los estados de ansiedad propios de mi soledad voluntaria. El video y las fotos dan cuenta de la vida de este ser de sustitución, su progresiva humanización. También reflejan la vida de estas barriadas populares”.

Plaza para gente desaparecida
Terminado el plazo concedido, Framis se acordó de Maladie de la Mort, de Marguerite Duras, que describe una situación inversa, desde los puntos de vista femenino y masculino. Cinema Solo, Le péril de la Mort, surge de una edición de estas 36 imágenes de su experiencia en Grenoble, y de ese texto de Duras que reescribió, incluso podría decirse que armó una dramaturgia de 36 fragmentos que en una de las exhibiciones puso en 38 sillas frente a las fotos. En la versión Framis, el hombre desaparece al final, el espacio blanco se separa del mundo Duras y aparece el mundo urbano que tanto interesa a Alicia intervenir. El lugar del espectador deviene el del narrador, que al leer la historia la relaciona con las imágenes y la descifra a partir de su propia experiencia.

Vale acotar que en La maladie de la mort, la novela de Duras, hay un cuarto de hotel, un hombre (cuya homosexualidad sería la clave del texto) que paga a una mujer para que le enseñe a amar. Ella, que no es una prostituta, acepta el dinero para prestarse a todo acto sexual o demanda por parte de él. La mujer lo visita solo de noche, no puede hablar sin ser invitada, cada encuentro parece envolver una especie de peligro. No se sabe por qué ella aceptó este arreglo. Al cabo de un tiempo, la mujer parte sin dar explicaciones. Este relato fue llevado al teatro, empleando recursos del cine, por la gran directora inglesa de teatro, TV, cine y ópera Katie Mitchell. Las futuras presentaciones de La maladie de la mort se anuncian para comienzos de 2018, con la actuación de la francesa Laetitia Dosch.