Por
Silvina Quintans
Todas las
mañanas cuando voy al trabajo paso por una lencería escondida en un pasaje del
microcentro. La vendedora es una mujer sesentañera de pelo corto y canoso que
usa anteojos de marco grueso sobre la punta de la nariz. Cada día monta una
meticulosa escenografía frente al local, en el pasillo de la galería. Un
maniquí femenino de curvas prominentes en un cuerpo esquelético recrea las fantasías
de los oficinistas: la mucamita, la enfermera, la colegiala, la tigresa, y
otros clichés de la lencería erótica. Cada tanto algún grupo de hombres se para
frente a la muñeca y alardea sobre supuestas hazañas con sus amantes. Todos
miran el montaje, pero jamás vi a nadie comprando en el local.
La escena
me recuerda la letra de una canción de Joan Manuel Serrat[i] que
mi mamá solía escuchar a todo volumen cuando yo era chica: “Era la gloria
vestida de tul/con la mirada lejana y azul/que sonreía en un escaparate/con la
boquita menuda y granate”. Mi mamá admiraba la imaginación de su cantautor
preferido que se ponía en la piel de un hombre que se enamora de una mujer-maniquí,
rompe la vidriera, se la lleva a su casa, baila con ella hasta que la policía
acaba con tanta felicidad y lo encierra en un manicomio.
El
protagonista de la canción destaca las virtudes de su amada: “limpia y bonita
siempre iba a la moda/arregladita como pa’ir de boda”. Y su paciencia:
“Ella esperaba en su vitrina verme doblar aquella esquina, como una novia,
/como un pajarillo, pidiendome liberame, liberame/ y huyamos a escribir la
historia...”.
¿Por qué
recuerdo esta canción cuando paso por la vidriera rumbo al trabajo? Las escenas
no podrían ser más diferentes: la mujer-maniquí de la galería provoca con
lencería erótica, la de la canción, en cambio, espera con la inocencia de la
novia vestida de tul. Pero ambas se convierten en objeto de deseo
inanimado, formas sin voluntad ni destino propio, dispuestas allí para
satisfacer a los transeúntes. La puta y la novia como dos caras de la misma
fantasía.
Según los
griegos, Pigmalión, rey de Chipre, andaba en busca de la mujer perfecta para
casarse, pero no la pudo encontrar. Para compensar semejante vacío comenzó a
esculpir figuras femeninas, hasta que quedó prendado de su propia creación
llamada Galatea. Al hombre no le alcanzaba con una mujer de mármol, y le
pidió a la diosa Afrodita que la convirtiera en una mujer de carne y hueso
creada a imagen y semejanza de su deseo.
Así
describe el poeta Ovidio la transformación de Galatea en el Libro X de Las
Metamorfosis.
(…)
inclinándose sobre el lecho le dio besos: le pareció que estaba tibia; le
acercó de nuevo los labios, y también con las manos le palpó los pechos: el
marfil, al ser palpado, se ablanda, y despojándose de su rigidez cede a la
presión de los dedos y se deja oprimir, como la cera del Himeto se reblandece
al sol, y moldeada por el pulgar se altera adquiriendo múltiples
conformaciones, y es el propio uso el que la hace útil.
El mito
de Pigmalión fue recreado por el arte y la literatura con distintos formatos.
En 1913 George Bernard Shaw escribe la obra de teatro del mismo nombre en la
que el profesor de fonética Henry Higgins apuesta a que en el plazo de seis
meses convertirá a la tosca florista Eliza Doolitle en una dama de
sociedad. En la obra original, Higgins logra su objetivo, gana la apuesta y
descubre que no puede vivir sin ella. Pero, a diferencia del mito griego, ella
lo abandona al enterarse de que fue objeto de una apuesta y se casa con otro
joven al que conoció en sus peripecias por la clase alta. Shaw huye de los
convencionalismos y reivindica la figura de Eliza como una mujer con voluntad
autónoma que se independiza de su “creador”.
La obra
de Bernard Shaw fue adaptada para cine y teatro musical como My Fair
Lady,[ii] pero
allí el final toma un giro hollywoodense que traiciona la intención del autor:
el profesor Higgins y Eliza Doolittle se enamoran, se casan y comen perdices.
Muñecas,
esculturas, maniquís, mujeres maleables y enamoradas, ¿pero qué sucede en
nuestros días, cuando la fantasía de la mujer perfecta puede ir de la mano de
la inteligencia artificial?
Un mundo
sin mujeres
Como
todos los días busco una noticia para comentar en la radio y encuentro esta que
parece de ciencia ficción:
UN
CIENTIFICO CATALÁN CREA LA PRIMERA MUÑECA SEXUAL CON INTELIGENCIA ARTIFICIAL
El diario
español[iii] asegura
que la desarrolló un científico catalán llamado Sergi Santos que dejó su
trabajo bien remunerado en Arabia Saudita para fabricar en su casa estas robots
que prometen ser un boom.
Samantha
pesa 40 kilos, tiene los ojos verdes, una larga cabellera de color castaño y
curvas generosas. Es suave al tacto y responde según cómo y dónde la toquen.
Está hecha de TPE puro (elastómero termoplástico, un material relativamente
nuevo en el mercado) e incorpora un microprocesador que le permite interactuar
con las personas en tres modos: romántico, familiar o sexual. El dueño la puede
sentar para que le haga compañía mientras mira una película, o puede compartir
una noche de lujuria robótica, ya que, según su creador, “puede llegar al
climax, siempre que su acompañante sea capaz de estimularla”.
Pero la
intención del catalán, que se autodefine como un “humanista”, va
más allá: "Tengo ideas sobre cómo desarrollar a Samantha para que sea más
humana, estoy trabajando en fortalecer su equilibrio mental". Y no
se sonroja al decir que es fundamental que tenga los estados de ánimo adecuados
porque “cuando lo vendes a alguien, nadie va a querer estar con una robot
neurótica que le dé problemas".
El
periodista le pregunta por qué alguien va a querer tener sexo con una robot
cuando existen las personas de carne y hueso, y la respuesta es sencilla:
"Samantha se plantea como una alternativa porque ella no te critica. Te
acepta y ya está".
La idea
del creador de la muñeca es hacer felices a los hombres que la adquieran y que
puedan no solo tener sexo con ella sino también entablar una relación y
enamorarse. “No es solo una vagina”, asegura.
Sin
embargo, el video de promoción promete mucho menos que eso: allí se ve a Santos
toqueteando con entusiasmo a su creación, que, lejos de reaccionar con la
efusividad del caso, permanece estática como una figura de piedra y le
responde con frases hechas sin el más mínimo atisbo de reacción física.[iv]
Más allá
del dudoso éxito del catalán, varias empresas alrededor del mundo están
trabajando en lo que pinta como un negocio: combatir la soledad y el
aislamiento con una complaciente muñeca de inteligencia artificial. En Silicon
Valley –dónde si no- se fabrican las muñecas llamadas RealDoll dispuestas para
que el cliente pueda tener sexo y además “moldear su personalidad” y “crear una
relación duradera en el tiempo”.
Wikipedia
define el término ginoide o fembot como un robot antropomorfo de aspecto
femenino[v],
aunque en el lenguaje coloquial el término "androide" suele usarse
tanto para los robots de apariencia masculina como para los de apariencia
femenina. Sin embargo, los androides suelen ser representados como seres
provistos de una fuerza descomunal o una inteligencia ilimitada, mientras las
ginoides rara vez superan los roles de género que ya existían en tiempos de
Pigmalión: criaturas hechas para trabajar, servir y representar un ideal
amoroso o erótico hecho a medida.
Según el
mito de Pigmalión, el escultor necesitaba la intermediación de los dioses para
convertir su creación en una persona. En la era de la inteligencia artificial,
los hombres juegan a ser Dios y crean seres a imagen y semejanza del
estereotipo machista de la mujer perfecta. En el mundo ideal de estos
creadores, las relaciones humanas son reemplazadas por el espejo de los propios
deseos y la complacencia de la no contradicción. Un mundo en el que las mujeres
son reemplazadas por sus símiles bellas, sumisas y silenciosas. Un mundo sin
mujeres.
Si
hablamos de cosificación de la mujer, aquí la tenemos en su sentido más
literal. ¿Para qué lidiar con una mujer de carne y hueso cuando se puede tener
una que no traiga problemas, moldeada y programada para cada necesidad,
incluso las más íntimas?
Ginoides
de película
Frente a
una realidad que cada vez parece más cercana, el cine ha explorado en los
últimos años las relaciones entre hombres y robots con formato de mujer. Si
bien hay innumerables películas donde aparecen ginoides, aquí tomaremos solo
tres: Stepford Wives, conocida también como Las mujeres
perfectas (1975 y 2004), Ex machina (2015) y Her o Ella (2013),
las pongo en ese orden porque en la primera las robots son meras ejecutoras de
la voluntad de sus creadores hombres, en la segunda la robot tiene cuerpo y conciencia,
y en la tercera la robot es un sistema operativo sin cuerpo pero con voz y
sentimientos. Advierto a quienes aún no las hayan visto que los siguientes
párrafos están minados de spoilers.
En 1972
el escritor neoyorkino Ira Levin, autor de El bebé de Rosemary y Los
niños de Brasil, publicó la inquietante novela Las poseídas de
Stepford. La novela fue llevada al cine por primera vez en 1975 con
Katharine Ross (El Graduado) como protagonista.[vi] Cuenta
la historia de una pareja joven que se muda a un idílico pueblo de Connecticut
donde aspiran a criar a sus hijos en contacto con la naturaleza y un entorno
amigable. Pero Joanna, la protagonista, es una fotógrafa joven e inquieta que
no logra adaptarse al ambiente del lugar: las mujeres de Stepford son bellas,
sonrientes, y jamás osan contradecir a sus maridos. Su única amiga es Bobbie
Markowitz, otra mujer de ciudad que no encaja en este pueblo de serviciales
amas de casa.
La trama toma un giro siniestro cuando (aquí
viene el spoiler) Joanna descubre que las mujeres del pueblo eran asesinadas
por los hombres y reemplazadas por robots con su misma apariencia física, pero
siempre dispuestas a satisfacer los deseos masculinos.
Joanna
decide escapar, pero en el epílogo la vemos comprando víveres en el
supermercado, conforme y sumisa como otra esposa de Stepford, mientras saluda a
una nueva vecina negra que sería la próxima víctima de la conspiración.
Esta primera
versión cinematográfica respeta la atmósfera siniestra e inquietante del libro
de Ira Levin. La segunda versión, en cambio, se estrenó en 2004 bajo el título
en español de Las mujeres perfectas, protagonizada por Nicole
Kidman y Bette Midler[vii].
Esta película desvirtúa por completo el espíritu de la novela, tiene un tono
ligero y paródico que banaliza la idea, y desemboca en un final absurdo que
nada tiene que ver con el planteo original.
Pero más
allá de esta desafortunada adaptación, lo interesante es que la historia está
contada desde el punto de vista de la mujer que es víctima de la conspiración y
no de los hombres que la pergeñan. El impacto de la novela fue tal, que
el término "Stepford wife" se utiliza de manera satírica en inglés
para referirse a mujeres conformistas que están siempre dispuestas a cumplir
los deseos de su esposo.[viii]
Las damas
de Stepford no tienen voluntad propia y son simples esclavas al servicio de los
hombres. Es como si el catalán Sergi Santos perfeccionara su muñeca sexual
hasta que pudiera ser confundida con una mujer real.
El
planteo en Ex machina (2015), película dirigida por Alex
Garland, es más complejo, ya que se trata de robots femeninos con conciencia y
voluntad que se acercan a lo humano.[ix]
El
argumento es así: un programador (Caleb) es elegido para participar en el
misterioso proyecto del dueño de la compañía de motores de búsqueda más
importante del mundo (Nathan) en un confín aislado de Alaska. Una vez allí,
Nathan revela a Caleb que ha elaborado una robot con inteligencia
artificial y que quiere que este último le realice la prueba de Turing. La
máquina pasaría la prueba si el humano que interactúa con ella no advirtiera
que se trata de un robot. Aquí redoblo mi advertencia sobre los spoilers.
Caleb
conoce a través de una pared de cristal a Ava, el robot creado por Nathan con
rostro y cuerpo de mujer, aunque muchos de sus mecanismos están expuestos. La
prueba es entonces más difícil: Caleb sabe que Ava es un robot, pero aún así
debe creer que es capaz de comportarse como una mujer.
Sorprendido
frente a la invención de Nathan, Caleb pronuncia esta frase: “Crear una máquina
con conciencia no es la historia de los hombres, es la historia de los dioses”.
Nathan es el dios y creador de Ava, una maquina con forma y conciencia de
mujer, concebida a partir del hackeo de todos los teléfonos móviles del mundo,
donde consiguió información sobre las expresiones faciales, búsquedas y
lenguaje de las personas.
En los
sucesivos encuentros, Ava va conquistando a Caleb que termina enamorado
de ella, aún sabiendo que no es humana. Ava es bella y sensible, tiene buenos
modales, dibuja con exquisitez, tiene un rostro expresivo y comienza a vestirse
de mujer. Ava es también sensual, y su creador sugiere que también está
capacitada para disfrutar de la sexualidad.
En aquel
aislado refugio hay también otra mujer, Kyoko, una criada silenciosa que no
sabe hablar y que se dedica a satisfacer todos los deseos de Nathan: desde
servirle la comida hasta bailar o tener sexo con él. Caleb descubre que Kyoko
también es una robot, y que Nathan esconde en una habitación decenas de
prototipos anteriores con forma de mujer que fueron desechados a medida que iba
descubriendo otros nuevos. Estas mujeres robots estaban a su servicio y eran
descartables aunque tuvieran desarrollada una conciencia. Ante este
panorama Caleb y Ava hacen planes para huir de aquel paraíso
ficticio.
Pero sobre el final aquello que prometía
terminar en romance entre un humano y una bella robot con inteligencia
artificial toma un giro inesperado. Ava y Kyoko aprovechan la estrategia de
huida para asesinar a Nathan, su dios y creador. La creación supera al
creador y se revela contra él.
¿Cómo se
comporta Ava con Caleb, su supuesto enamorado? Lejos de huir con él, también lo
abandona, y lo deja encerrado dentro de una habitación de cristal de la que no
podrá salir. En la escena final Ava, vestida de mujer, con apariencia humana y
expresión de satisfacción, se confunde con la multitud mientras camina libre
por la poblada esquina de alguna ciudad.
En Ex
machina, la robot sensual diseñada para complacer al prójimo y satisfacer
el narcisismo de su creador, cobra autonomía como en el final original de la
obra Pigmalion de Bernard Shaw. Pero en este caso va aún más lejos, ya
que asesina a su creador, abandona a quien la ayuda a escapar , y desecha toda
posibilidad de quedar atada a un interés romántico. Aunque la película sigue el
punto de vista de Caleb, el joven enamorado, es finalmente Ava quien toma el
lugar protagónico, alejándose del estereotipo de ginoide obediente y
sumisa.
La voz
sensual de Ella
La
película Her o Ella (2013), de Spike Jonze,
ganó un merecido Oscar al mejor guión original.[x] Aquí
la idea del robot con forma de mujer da un paso más: no hay una máquina con
formas sensuales, sino un sistema operativo que emite una voz. Pero
aunque no haya un cuerpo detrás de Samantha -el sistema en cuestión-, la voz
ronca de Scarlett Johansson alcanza para alimentar las fantasías del
protagonista y de los espectadores.
Theodore
Twombly (Joaquin Phoenix) es un escritor solitario que vive de redactar
cartas para otras personas. Todos parecen incapaces de volcar sus propios
sentimientos, incluyendo a Twombly, triste y atribulado por su reciente
divorcio. Su vida cambia cuando compra un sistema operativo que se comunica con
él a través de un auricular. Samantha es una voz femenina sensual, divertida,
irónica, cariñosa e inteligente. En un principio actúa como su asistente
personal, pero poco a poco se enamoran y ella va descubriendo un mundo de
sentimientos y emociones supuestamente ajeno a los sistemas de computación. “Me
estoy convirtiendo en más de lo que me programaron”, advierte Samantha.
El
romance crece y Theodore recupera la alegría de vivir. Blanquea ante sus
amigos, compañeros de trabajo y exesposa que sale con un sistema operativo. La
mayoría lo toma con cierta naturalidad, salvo Catherine, su ex, que lo acusa de
no poder entablar una relación con una mujer real. “Siempre quisiste que yo
fuera una esposa liviana, feliz, maleable, y esa no soy yo”, le reprocha y
agrega: “Siempre quisiste tener una esposa sin enfrentar los desafíos de lidiar
con lo real”.
¿Qué es
lo real? ¿Qué es el amor? ¿Puede calificarse de amor real el que siente un
hombre por un sistema operativo? Las relaciones de género están claras
desde el principio: es él quien la compra, la instala y decide que tenga voz de
mujer. Ella aprende a través las palabras de él y mira el mundo a través de los
ojos de él. Ella siempre está disponible, de día y de noche, lo consuela cuando
él necesita, lo entretiene, lo satisface, se acomoda a sus necesidades, e
incluso lo mira mientras duerme. Intenta tener un cuerpo y hasta simula
respirar para acercarse a él.
Pero
Samantha va creciendo y descubre sentimientos propios que ni siquiera puede
nombrar. Comienza a pensar por sí misma, decidir por sí misma y actuar
por sí misma. Lo que al principio eran limitaciones por no tener un cuerpo
humano, se convierte en la ventaja de poder estar en varios lugares al
mismo tiempo e interactuar con distintas personas y sistemas para descubrir sus
propios intereses. “No estoy atada al tiempo ni al espacio, y tampoco voy a
morir”, descubre.
Hacia el
final Samantha decide dejarlo para juntarse con los demás sistemas
operativos y desarrollar todo lo que fue descubriendo más allá de las
palabras. “Te amo mucho, pero este es el lugar donde estoy ahora, esta es la
que soy ahora. Necesito que me dejes ir. Por más que quiera, no puedo seguir
viviendo en tu libro”, se despide.
La escena
donde Samantha lo deja está acompañada de imágenes de gran poesía, donde ella
está presente a pesar de no tener cuerpo. El film escapa a todos los prejuicios
y convierte en verosímil una relación que parecía destinada a la parodia. Ella
crece de manera infinita y ya no puede estar con él aunque lo ame.
Theodore
queda entonces librado a su condición humana y escribe la primera carta en la
que expresa sus propios sentimientos. La destinataria es Catherine, su ex, con
quien se disculpa por no haberla aceptado tal como era. Hay aquí otra mirada
interesante sobre las relaciones de género, donde él acepta que Samantha y
Catherine son sujetos independientes de su deseo que necesitan alejarse para
continuar sus vidas.
Como en
la versión original de Pigmalión escrita por Bernard Shaw, la creación se
libera de su creador y lo supera. Samantha levanta vuelo y se independiza de
Theodore con delicadeza y de una manera amorosa. Her es una
película profunda y compleja que ahonda en la relación con la tecnología, en un
mundo donde las máquinas parecen más conectadas con los sentimientos que las
personas.
De todas
maneras, el planteo no escapa de ciertos clichés: mientras las películas
centradas en robots con forma de hombre se despliega el poder, la fuerza o la
inteligencia, las películas donde los robots tienen forma de mujer ahondan en
la sensualidad y en los sentimientos.
Maniquís,
muñecas, ginoides pueden ser intentos de reafirmar un orden patriarcal poblado
de seres complacientes con forma de mujer. Pero también revelan el costado
más oscuro de la soledad y la incomunicación. Seres concebidos desde la falta y
el vacío, creados a imagen y semejanza del deseo masculino. ¿Pero qué
sucede cuando la inteligencia artificial supera a su propio creador? ¿Se
invierten entonces las relaciones de género?
Si las
ginoides fueran concebidas para cubrir un vacío sentimental o sensual, entonces
sus dioses encerrarían el afecto, las emociones, las turbulencias y los
misterios del amor en la asepsia de un chip. Un mundo sin mujeres. ¿Puede
alguien imaginar un destino más triste para tanta soledad?
[i] De Cartón Piedra, de Joan
Manuel Serrat, https://play.google.com/music/preview/Tepcavpsydyb7ibs44g3dgkvmxi?lyrics=1&utm_source=google&utm_medium=search&utm_campaign=lyrics&pcampaignid=kp-lyrics
[ii] My fair Lady tráiler 1964
con Audrey Hepburn https://www.youtube.com/watch?v=21cONdNOhJs
[iii]Artículo publicado en La
Vanguardia: Científico catalán crea primera muñeca sexual con inteligencia
artificial http://www.lavanguardia.com/vida/20170315/42872127679/cientifico-catalan-crea-primera-muneca-sexual-con-inteligencia-artificial.html
Reportaje
publicado en Actualidad rt: No es solo una vagina https://actualidad.rt.com/viral/234564-samantha-muneca-sexo-robot-sergi-santos
[iv] Video de Samantha con Sergi
Santos https://www.youtube.com/watch?v=LFMboZDdv88
[vi] Stepford Wives 1975 https://www.youtube.com/watch?v=Y9WOMDsMy78
[vii] Stepford Wives version
2004 https://www.youtube.com/watch?v=SuAADocdVn0
[ix] Ex machina tráiler https://www.youtube.com/watch?v=XYGzRB4Pnq8
[x] Trailer de
Her https://www.youtube.com/watch?v=5Cw5rnFcZJA