Por Sebastián Spreng
Se necesita coraje para atreverse a un
debut discográfico con las Cinco canciones de Rückert. Estos
esenciales Lieder de Mahler han sido grabados, literalmente,
por todos y por lo tanto la competencia es tan inevitable como feroz. Algo que
parece no preocuparle a Jamie Barton, laureada joven mezzosoprano
estadounidense que en su primer solo discográfico elige el camino más riguroso
bajo el título de All Who Wander, probando además que no necesita
vagar para hallar lo mejor de sí misma y hacer que, felizmente, la encontremos.
Acompañada al piano por el excelente Brian
Zeger, la ganadora de los premios Marian Anderson, Richard Tucker y Cardiff
Singer of the World, emerge triunfal con un programa formidable que exhibe
todas sus virtudes. De hecho, hasta podría aventurarse que Barton es la
más importante mezzosoprano norteamericana aparecida desde Stephanie Blythe,
otro fenómeno capaz de cantar todo, y muy bien. Entre la Adalgisa de Bellini y
la Fricka wagneriana que son sus cartas de presentación en los teatros del
mundo, la cantante opta por un repertorio más íntimo que conlleva gran
exigencia. A Barton le sobra voz y esa abundancia de medios podría
traicionarla; afortunadamente los temores son infundados. Su instrumento
es una columna de sonido generoso, opulento, que domina al punto
de permitirle abandonarse completamente al material elegido para
concentrarse en la interpretación.
A través de todo el recital, Barton logra mantener viva la llama de la
ardua combinación Mahler, Dvorak y Sibelius que enfrenta, y se ha
propuesto, sabiendo lo que hace, conociendo y explotando sus
posibilidades. Lo aborda con frescura interpretativa y un timbre oscuro,
soberano, una voz provista de un filo que le permite teñir con amplio espectro,
cuando es requerido, así como apianar o atacar con pasmosa facilidad. Una mezzo
dramática con tintes de contralto no aparece todos los días, otro motivo para escuchar
su Mahler suntuoso, a la manera de una Ferrier o Forrester, aunque no admita
comparaciones porque Barton brinda su propia impronta. A los Rückert sigue
tres Mahler tempranos; Ich ging mit Lust es una absoluta
delicia, desde una evocación serena, contemplativa, plena de la necesaria
nostalgia pero sin exagerar.
Las caprichosas Melodías Gitanas de
Dvorak pintan un universo más rústico aunque con la misma raíz y color
folklóricos en los que Mahler se inspiró en su Bohemia natal. Aparte de las
dificultades del idioma, esconden trampas en ritmo y bruscos cambios de
temperamento alternando remansos con frenesí. Desde ‘Má píseň zas mi láskou
zní’ pasando por la más famosa canción del compositor ‘Když
mne stará matka zpívat, zpívat učívala’ (traducida como Canciones
que mi madre me enseñó) hasta ‘Dejte klec jestřábu ze zlata ryzého’,
ninguna presenta escollos, la voz redonda y juvenil, invitante y seductora.
No obstante, lo mejor llega con Sibelius y
sus Seis Canciones Opus 36. Aquí la progresión dramática se completa
con Barton tomándose las licencias del caso, resolviendo el dramatismo
wagneriano de cada una a plena voz, con una pasión controlada que no evita
algún grave portentoso para rematar su enfoque, algo fácilmente apreciable en
el memorable ‘Flickan kom ifrån sin älsklings mote’ (Op. 37,
No. 5). No hay momento descuidado, diríase “vivo”, una virtud no siempre
prevalente en jóvenes cantante al igual que la inmaculada graduación que ejerce
en “Säv, säv, susa’ (Op. 36, No. 4).
Una veintena de canciones despachadas con
elocuencia y aplomo ejemplar para un recital que deleita del
principio al fin y que se erige como firme contendiente para uno o varios
premios. Un registro que pide por más de Jamie Barton, que sea pronto. Por
ahora, aquellos eternos vagabundos se han encontrado con una magnífica nueva
voz del siglo XXI.
* ALL WHO WANDER, BARTON, ZEGER, DELOS DE3494