Fábulas de mujeres sueltas: Madrastra

Por Belén Parrilla


Preparo manzanas envenenadas, me apropio de casas, hablo con espejos. Soy la no-madre, peligrosa, sin instinto.

Soy el mejor personaje, el de los mejores vestidos. Yo ya la viví. Solo con taparme toda, estoy tranquila. A mí no me tiembla más la voz, no ando con harapos, ya no pido permiso. 

Mi autonomía patriarcal hace que te tenga de hija, qué se le va a hacer. Además… ¿tu papá dónde está? ¿Te diste cuenta que no hay padrastros malvados en los cuentos? Nosotras, las madrastras, hacemos el trabajo sucio de los ausentes. Acá las malas son mujeres, las buenas son cachorras y los hombres, príncipes. Y se terminó el cast.

Espejito espejito… ¿estás ahí? Tengo un par de preguntas para hacerte: ¿Quién es la más bella? ¿Los hombres no tienen reflejo? ¿A nosotras solas nos toca esta batalla perdida?

Soy una milf denigrada. Una cara fabricada, una máscara de maquillaje de drag queen. La ropa de ayer no me entra y la de abuela me queda enorme. Ya sé, soy un poco mal trazada con las jovencitas como vos. Pero tu juventud me recuerda lo que fue, y me enfrenta a lo que pude ser. Así que rajá de acá, pendeja. Estoy harta de vos que creés que te vas a comer el mundo.

¿Sabés lo que es que se te prenda fuego el espejo en las manos? ¿Sabés lo que es que te llamen señora? Soy un recuerdo habitado por una vieja. A vos también te va a pasar.

No hagas berrinche, pichona, cuando la mano se te arrugue y no te reconozcas en tu propia imagen, te vas a acordar de mí. Y vas a ver que yo no era tan mala. Vas a ver.

Espejito, espejito… ¿estoy ahí?


No nos quieren maduras, apréndetelo desde ahora. Así que bajá la pancarta y buscate un príncipe que te resuelva la vida. Comete la manzana, nena, vas a ver que no soy tan jodida por convidártela. Si quedás dormida, te aseguro que te van a tratar mejor.