Escenas de la vida diaria

Por Mariela Asensio

El poder de la unión


1.

Hay experiencias que me obligan a salirme de mi pequeño mundo. Que me sacuden por completo y me hacen ver con nitidez lo enorme que es en realidad todo. Lo pequeña que soy yo. Lo inmenso que puede ser el teatro. Pero por sobre todo, hay experiencias que resignifican esta tarea que elegí hacer, y que en el trajín de un mundo exigente y mercantil muchas veces pierde su  sentido colectivo.

Conocí a Martín Porto hace muchos años. Ambos habíamos sido beneficiados con una beca de posgrado de la Fundación Carolina que nos hizo coincidir un mes y medio en España. Diez latinoamericanos convivimos en aquel momento, y allí, directo desde Panamá, estaba él. No tengo muchos recuerdos juntos de aquella experiencia, tal vez porque lo que vino después fue superador y se grabó en mi memoria con fuerza.

En el 2007, me convocó junto a su compañía para que viaje a Panamá a dirigir un espectáculo. De aquella fusión surgió “Karaoke emocional”, un manifiesto crítico que ponía en evidencia las desigualdades a las que se ve expuesta gran parte de la sociedad panameña. Volví en el 2008 para profundizar aquel trabajo, que siempre recordé con mucha gratitud.

Pasaron diez años sin vernos. Podría afirmar que casi sin hablarnos. No por nada en especial, simplemente no hablamos más. Hasta mediados de 2016, cuando me llegó un mensaje inesperado.

2.

Martín aparece en mi bandeja de entrada. Me habla de masculinidad. Me comparte algunas sensaciones y cosas que le pasan siendo hombre. Me habla de sus hijas. De la necesidad de hablarle a otros hombres desde la escena. De la necesidad de correrse de sus privilegios y tomar partido.

Me conmueve. No esperaba su contacto, pero mucho menos con ese contenido.

Me cuenta que tiene una idea grande. Que interviene todo Centroamérica y Uruguay. Me habla de un mismo texto interpretado por 5 actores diferentes en 5 países diferentes en simultáneo.

Un hombre hablándole a otros hombres. Un hombre interpelándose. Cuestionando su masculinidad. Poniendo en jaque al patriarcado.

Me pregunta si estaría interesada en escribir y dirigir este proyecto. Que reuniría a todos las personas implicadas en Costa Rica durante un mes para que pueda montarlo. Que haríamos allí todos los preestrenos, para luego volver cada uno a su país a estrenar oficialmente. Me conmuevo otra vez. Me halaga que sueñe algo tan profundo y grande y que piense en mí para llevarlo adelante. Le digo que sí. Que vayamos hablando. Se lo digo, como le digo sí a tantas otras propuestas que suenan fantásticas pero que nunca se concretan.

Martín me responde que pronto se pondrá en contacto para darme novedades.  Y a decir verdad, esta es la parte en donde me olvido, porque de tan grande sonaba imposible… Claro, no recordaba que este muchacho tiene un deseo muy poderoso.

3.

Pasaron diez años y corrió mucha agua bajo el puente. Martín tiene ahora dos hijas más que al momento de conocernos. Yo tengo un hijo. Ambos tenemos más edad, más experiencia, más proyectos truncos y concretados, más dolores y alegrías, más vida. Pero si hay algo que puedo destacar en todo este asunto es que lo que adquirimos, sin lugar a dudas, en más conciencia.

“El proyecto se hace”, me dice. Y me pide que no me comprometa. Que en abril viajo a Costa Rica.  Pienso en la cantidad de obstáculos que habrán tenido que sortear, y pienso también en ese deseo poderoso que hace que se concreten las cosas.

4.

Mantuve una relación epistolar con todo el equipo durante meses. Yo enviaba preguntas y ell@s me respondían. Yo pedía material y ell@s me lo enviaban. Meses intercambiando palabras con gente que nunca había visto en mi vida.

Sin ir más lejos, algunos nunca llegaron a viajar y jamás llegue a conocerlos.

Durante todo este tiempo experimenté como nunca la idea de confianza. Un grupo de personas que no se conocen, no saben nada la una de la otra, se entregan mutuamente sin especular.

En breve, yo dirigiría actores que jamás había visto actuar y ellos se entregarían a la mirada de una directora que jamás habían visto dirigir. 

Todos viajaríamos a otro país para hacerlo en un lapso breve, contrarreloj, a sabiendas del inmenso esfuerzo que cada uno estaba haciendo para que fuera posible.

Todos sabíamos que no podía fallar, y sin embargo, el fracaso era una posibilidad latente.

Luego de mucho trabajo, entregué el primer boceto del texto. Fue como desnudarme frente a un grupo de desconocid@s. Casi ninguno me dio una devolución de lo que había leído. No supe si les parecía bueno o malo. Y recordé que no había tiempo para dudar. Entonces les pedí que lo estudiaran, y seguí adelante como si nada pasara.

5.

Lo que sigue es de una profundidad, una mística y una perfección, que les juro no encuentro las palabras para compartirlo. Durante poco menos de un mes, un grupo humano compuesto por hombres y mujeres, provenientes de diferentes países, realidades, historias de vida, estuvimos encerrados ensayando la obra que titulé: “Superman, todas son mis hijas”, en la ciudad de San José, con un compromiso y un amor que nos atravesó como un flechazo. El tiempo se detuvo y no hubo nada que nos quitara la atención de nuestra ficción, pero por sobre todo de nuestra misión. La sensación de que estábamos a punto de mejorar el mundo con nuestro grano de arena nos potenció de modo tal que todo resultó ideal. Personas que jamás se habían visto estábamos ahora hermanadas por el deseo de alzar la voz. Hacer lo que sabemos hacer. Darle un sentido a nuestra entidad de artistas.

De este modo, los actores Oscar Guardado (El Salvador), Martín Porto (Costa Rica-Panamá), Mynor Barillas (Guatemala), Leonardo Limongi (Uruguay) y Tony Díaz Guardado (Honduras), junto a las asistentes artísticas Yaliam Madrigal (Costa Rica), Ana Jacobo y Margarita López (Guatemala), la productora Xochitl Avalos (Costa Rica) y el asistente técnico Cuevas Álvarez (El Salvador) fuimos una comunidad.

No puedo explicarles lo emocionante que fue ver a estos actores completamente entregados a repensarse, exponiéndose sin miramientos, dándolo todo. Desplegando un talento avasallante. Me he sentido en la gloria viéndolos actuar.
Los he visto llorar, quebrarse: de solo recordarlo me tiembla el pulso. Los he visto transformarse para siempre.

He tenido la prueba irrefutable de lo que el teatro puede generar en las personas. Del mismo modo, el equipo detrás de escena desviviéndose por dar lo mejor.

He visto como un compañero debió abandonar el barco, porque no somos máquinas y a veces simplemente hay que dar un paso al costado y darle tiempo a la vida para que se acomode.

Me ha cambiado y me ha mejorado conocerlos. Salirme de mi mundito. Intentar, al menos por un momento, comprender lo que pasa en Honduras, en Guatemala, en El Salvador. He conocido además a mujeres lúcidas, creativas, inteligentes. Sin ellas nada de esto hubiese sido posible. Ha sido una bendición. Pero por sobre todo, me ha reconectado con el sentido colectivo del teatro. La fuerza que provee la unión. Y el amor. Así de simple. El amor.

Por lo demás, adelgacé 5 kilos, quedé extenuada y casi enferma. 4 montajes en dos semanas y media no le salen gratis al cuerpo.

6.

Para coronar esta experiencia sin igual, llegaron los preestrenos, que fueron tan potentes como el proceso en sí. Con espectadores conmovidos y perplejos. No voy a olvidar jamás el silencio espeso y algo agobiante que inundó la sala durante cada una de las seis representaciones. No me pasó con ninguna otra obra algo así. Esa reiteración exacta en la forma de recibir la ficción. Esa mudez que decía tanto al no decir nada. He tenido la sensación reconfortante de haber cumplido el objetivo, viendo como el público experimentaba la obra.

7.

Y luego me fui. Dejando una ficción genuina y descarnada, que a mediados de junio se estará estrenando en simultáneo en Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Honduras. Realizando también funciones en Nicaragua y Panamá.

Por otra parte, el actor uruguayo emprenderá el proyecto con otra directora para hacerlo finalmente posible en su país.  

Está a la vista que Superman tiene ficción para rato. Ojalá nos encuentre nuevamente aquí o allá.  Por lo pronto, nos encontraremos cada vez que la obra realice una función. Y eso ya es la gloria.


Para conocer mas detalles sobre este proyecto podes ingresar a


La ficha completa del proyecto es:

Dramaturgia y dirección: Mariela Asensio

Producción General Xochitl Avalos y Martín Porto/ Teatro

Restaurativo

Asistente de Producción y Comunicación Ángela Delgado

Actores

Oscar Guardado (El Salvador)

Martín Porto (Costa Rica-Panamá)

Mynor Barillas (Guatemala)

Tony Díaz Guardado (Honduras)

Asistentes de Dirección

Yaliam Madrigal (Costa Rica)

Ana Jacobo y Margarita López (Guatemala)

Diseño de Luces Elmer Badilla

Realización Audiovisual Juan Manuel Fernández

Fotografías Esther Avalos

Diseño de Escenografía, Vestuario, Sonido y Utilería Mariela Asensio

Utilería Marta Monge

Diseño gráfico Esteban López

Asistente técnico Cuevas Álvarez