Fábulas de mujeres sueltas: Cenicienta

Por Belén Parrilla

Era cantado que el zapato me iba a quedar, porque estoy acostumbrada a vestirme con la ropa que me den. Lo que sobra siempre es mi talle.

Cuanto más calladita más trabajo consigo, así que no hablo con ratas ni palomitas… Persigo cucarachas, levanto medias sucias y uso una carterita bien chiquita, para que nadie piense que me llevo algo.

- “Sí señora, sí señora, sí señora…”, y me pongo auriculares mientras hago sus cosas.

Papá ni se hizo cargo, pobre, todo el día borracho… Mis hermanastras se quedan con todo: derechos, casa, la vida que era mía. Yo limpio sus cocinas, sus baños, sus mierdas. Duermo entre sus escobillones. No creo que me odien por feas o porque no les entra la ropa… No me odian… Solo que no quieren que vaya al baile porque me tengo que quedar cuidando a sus nenes.

Soy la por hora, la chica que me da una mano, la doméstica, la SEÑORAQUEMEAYUDACONLASCOSASDELACASA, la que acepta cualquier precio, la que vale menos, la que no estará al lado tuyo en la marcha.

- “No señora, si pierdo el colectivo de las 6 de la tarde ya no puedo volver al barrio… Vaya usted y después me cuenta”.

Sigo sin conseguir turno con mi Hada Madrina… Hice la cola desde las 4.30 am como me dijeron, pero parece que hay mucha gente esperando y nunca consigo número. Para no perder la oportunidad ya pensé lo que le voy a pedir:  

-“¡Por favor, Hada Madrina! ¡Sácame el olor a lavandina de las manos, que la señora otra vez olvidó comprarme los guantes!”

También me faltan un par de dientes y eso no queda bien para compartir en una foto de facebook, pero no quiero pedir mucho. Mejor no me río y bajo la cabeza, así se nota menos. Y zapatitos tampoco le voy a pedir, porque los da de cristal y si intento avanzar fuerte se van a romper.

-“Sí señora, sí señora, sí señora…”, sigo repitiendo.  

¿El príncipe? No tengo tiempo ni lo espero. Prefiero arreglarme con mis hermanas, a ver si me reconocen un día y mis derechos entran en los suyos.

Mis vestiditos prestados, mi vidita de mentira, mi bondi color calabaza que después de las 24 corta el servicio. Pero quien me quita lo bailado. Mis cumbias son mis cumbias.

-“Sí señora, sí señora, sí señora”, y subo el volumen para no escuchar más.